EL PERIÓDICO SALMÓN, MENUDO MOJÓN

El periódico salmón, menudo mojón.

Hace poco, deambulando por el barrio de universidad en Madrid, acabé entrando por primera vez en mi vida en el museo ABC de dibujo e ilustración, ese lugar maravilloso justo en frente de la Plaza de las Comendadoras. Andaba yo despistado, paseando por el hall mientras me invadía cierto sentimiento de vergüenza por no haber estado allí nunca antes, cuando me fijé en un mural que me llamaba la atención -¡Oiga, disculpe, si quiere entrar ha de dejar la mochila en la taquilla!-

Después de hacer el trámite de marras, la mujer de recepción me instó a ver los panfletos sobre las exposiciones actuales. Cual fue mi sorpresa al encontrarme con una fantásticailustración bitono en estupenda perspectiva isométrica y con un aire retro que tiraba para atrás. Seguí leyendo: “Gente menuda – Dibujos para un gran suplemento infantil”. Me quedé ligeramente petri.

Comencé a tirar de memoria y visualicé a mi abuelo sacando del cajón bajo el armario de su habitación unos suplementos dominicales de historietas del periódico ABC en mi primer lustro de vida. Recuerdo aún dos personajes naranjas, en los laterales de la rotulación, una suerte de Epi y Pipi calzaslargas que hoy se me antojan ciertamente algo peruanos. Entonces até cabos: lo que había expuesto abajo era una retrospectiva de los primeros años de la publicación. ¡Comienzos del siglo XX! ¡Ahí es nada! Apareció, para ser más exactos, un 23 de Enero de 1904, a modo de humilde sección para los niños (pensándolo bien ¿Cuántos niños en España sabían leer en 1904?) de la revista ilustrada “Blanco y Negro”, predecesora del diario conservador y monárquico ABC, fundado por Torcuato Luca de Tena y Álvarez Ossorio. Muchos recordaremos esta revista como el suplemento dominical de este periódico.

La exposición, comisariada de una manera bárbara (en mi pagano entendimiento) por Felipe Hernández Cava, que más allá de su oficio principal en la televisión y como crítico de arte, es un gran conocedor del medio y guionista de grandes obras del cómic patrio que gozan de cierto prestigio; como “Berlín 1931, Las serpientes Ciegas” en la que trabajó respectivamente con Raúl Fernández Calleja y Bartolomé Seguí (por mencionar los primeros que me han venido a la cabeza). La muestra me hizo replantearme (de una manera bastante inocente, he de reconocer) el por qué de la muerte de las publicaciones infantiles y de cómic en este país.

Torcuato Luca de Tena, como hombre ilustrado que era, tras haber viajado lo suyo por Europa, vio inmediatamente que su éxito como empresario editorial a principios del siglo XX se fundamentaba en una gran y acertada máxima: la letra, con monos entra. Revistas nacionales a destacar que en aquella época siguieran este método eran también el “Madrid cómico” que Leopoldo Alas “Clarín” dirigió durante un corto periodo de tiempo en 1898  (año decisivo en nuestra historia y devenir como país) o el polémico semanario catalanista y de derechas, “Cu-Cut!” . Para que nos hagamos una idea, cuando en la Barcelona de principios del siglo XX había aproximadamente medio millón de habitantes, una revista de sátira política ilustrada vendía hasta 60.000 ejemplares en ocasiones puntuales, aún con todo el analfabetismo rampante de la época.

El éxito de este tipo de publicaciones ilustradas, en las cuales comenzaba a madurar el noveno arte tal y como lo conocemos hoy en día, lograba fomentar, mediante la caricatura y la sátira, la madurez intelectual de los infantes de la época. Me parece legítimo hacer un apunte: gracias a estos medios, es posible que en el fértil terreno de la educación de masas,   el humilde autodidactismo de los que no podían acceder a una educación formal (La ley de Moyano de 1857 y la ley de la segunda república no contemplaba la obligatoriedad de la misma. Hubo que esperar a 1970 en España para ello) diese como uno de sus resultados aquel histórico hito en la afiliación sindical de los años 30.

Podemos confirmar, tristes pero orgullosos, el éxito de este tipo de publicaciones antes de su muerte definitiva, obteniendo durante gran parte del siglo XX una masiva aceptación hasta hace relativamente poco, cuando murieron los últimos exponentes de las mismas.

La desaparición más sonada del último lustro fue la de “El pequeño país”, el famoso suplemento dominical de historietas del diario del grupo Prisa que cerró (dicen) por la crisis publicitaria. Ideado por Rosa Montero en el año 81, fue uno de los mayores difusores del cómic en nuestro país por aquellos años, pues en él hubo cabida para lo más granado del cómic juvenil nacional e internacional, y pudimos ver firmas como las de Francisco Ibañez, Bill Watterson, Jerry Scott & Jim Borgman, Max o Raúl Arias entre muchos otros.

El final más reciente fue el de la revista quincenal Tretzevents, parte del diario catalán “La Vanguardia”, que cayó hace justo trece meses, en pleno sexagésimo aniversario, por el motivo harto invocado anteriormente y la falta de apoyos tanto institucionales como económicos.

La desaparición del “Pequeño país” fue ciertamente polémica y comentada antes incluso del vergonzoso e infame E.R.E que ha llevado a la empresa al mayor de sus abismos recientes (el cual analizaban sagazmente en el número 7 de la revista Mongolia con el artículo de “Los tiburones de Prisa”). Aún con la famosa crisis publicitaria del diario, fue lanzado el suplemento Smoda, pero no relanzado el que aquí nos interesa, al cual prometieron resucitar cuando la situación mejorase. Por lo visto, sólo lo ha hecho para un sector rentable: las publicaciones para “Protoseñoras”. Al menos, con todo, le dan trabajo a Laura Pacheco. Ya vuelve a haber otra del gremio rondando por ahí, que no es poco.

Desafortunadamente, a día de hoy lo que resta es tan escaso como anecdótico. Atrás quedaron los gloriosos días en los que los quioscos estaban repletos de material de Bruguera con menos de una década de antigüedad, o de alguna respetable cantidad de pequeñas revistas y coleccionables dirigidos a los más pequeños. Hoy, los mayores exponentes de aquella herencia son en gran medida catálogos comerciales de ocio digital y canales infantiles televisivos, como la veterana revista “Dibus”, en la cual se ha publicado una cantidad respetable de material propio (y por consiguiente, patrio, cómo el trabajo de David Ramírez, Álex López, Daniel Torres, Jan -Ese HÉROE-, Enrique Carlos Martín o uno de sus más “recientes” fichajes, J. C. Bonache,) pero por donde también han dejado su firma otros grandes dibujantes de fuera de nuestras fronteras (Como Midam, el autor belga de “Kid Paddle” o el argentino Darío Adanti).

Reseñables son, sobre todo, los intentos más recientes por revivir este sector editorial, como la revista “Fiz” (2011), bajo el paraguas editorial de la revista gallega de cómics “Retranca”, “Míster K” una aventura editorial que acabó en fracaso, debido al sino de los tiempos, por parte de la editorial “El jueves”, o aquí mismo en Madrid, la revista de distribución gratuita “Tupataleta” por parte de “Ediciones en Babia”.

Pero aún con todos estos proyectos que vieron su fin en los kioskos, hay noticias para alegrarse. Y no, no voy a hablar de que vuelva Kiss Comix. Voy a hablar de un pequeño sello editorial que hace las delicias de “pequeños y mayores” (siento mucho poner esta frase) con sus títulos. Os hablo de “Mamut cómics”, una pequeña escisión infantil de “Bang ediciones”. Un proyecto que no tiene nada que ver con las revistas antes mencionadas, pero que viendo el panorama, es de agradecer. Editan una serie de tebeos en castellano, catalán y francés, distinguidos en tres rangos de edad (3+, 6+ y 9+) que están dando cierta vidilla al panorama actual para esas edades. La chavalería de hoy tiene para escoger, entre otras, las aventuras de una caca mágica o las peripecias del cosmo ratón, obra del extremeño Fermín Solis. Y es que no sólo de cuentos sobre animales naif viven los niños.

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